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¿Por qué te muestro mis cicatrices?

Llega un momento en nuestras vidas que entendemos que hemos adquiridos los conocimientos necesarios para ir tras nuestros más grandes sueños
Ana Mercy Otáñez
amercy@gmail.com

A veces me resulta extraño escuchar temas banales y frívolos en el marco de  conversaciones sanas o en algunas profesionales, me refiero  a esas en donde hay personas en que son siempre las heroínas y los héroes de cada situación que se les presente la vida y ante los demás ellas están marcadas por historias de las que siempre salen airosos.

Yo pienso, y  así lo he puesto en práctica, que el mostrar nuestras cicatrices ante los demás lo hacemos como un acto de valentía y no de vulnerabilidad; con eso pretendemos que otras personas sepan que sin importar lo que les ha tocado vivir pueden sanar, continuar y alcanzar sus sueños.

No hay razón porque ir por la vida escondiéndonos o avergonzándonos de los hechos que nos han marcado, si lo aceptamos, lo trabajamos y lo superamos no hay por qué tener miedo, ni sentirnos frágiles ante esa extraña sensación que nos ata a la reacciones de los demás o simplemente al qué dirán, sé que es difícil exteriorizar o revelar lo que tanto nos ha dolido, pero porque esconderlas, si son tan mías, si de ellas he aprendido y son parte de mí existencia, no hay herida o marca por más cruel que parezca, que no encierre una belleza o algo positivo.

No temas

Cada cicatriz trae consigo un proceso que nos conduce a una historia, que si la vemos de manera puntual esta nos cuenta algo, y su dolor así como comienza también tendrá su final. Ese desgarrador momento que nos presiona el alma y nos quema el corazón, dejará en nosotros un sabor amargo del instante, que bien trabajado podemos  convertir en un lienzo que aunque muestre algunas suturas o remiendo, estas nos  sostendrán en el trabajo interno del presente y se convertirán en el soporte de nuestra memoria… las lecciones aprendidas, bien trabajadas quizás traen consigo un final imperfecto que cura con el tiempo, sana poco a poco y nos libera de nosotros mismos y del mundo.

Es un mal trance que debemos vivir en su tiempo, pues la costura del alma es un proceso que somos nosotros los responsables de hacerlo permanente o de aceptarlo y dejarlo salir. Cada herida que nos afectó el corazón es una muestra clara de que estamos vivos.

No las ocultes

De adolescente no sabía de celulitis, ni de estrías, ni de manchas o queloides en mi cuerpo, muchos menos en mi alma, disfrutaba ver mi piel  lozana,  limpia e impecable, también tenía  un corazón bajo esas mismas condiciones, pero cada huella dejada sobre mi cuerpo también me tatuó el alma y trajo consigo un agradable  sabor a vida, por las que responsablemente he traído al mundo  y por las veces que esas cicatrices me salvaron la mía…

Cada ramalazo narra una parte importante de nosotros, en vez de ocultarlas busca lo positivo de cada grieta, concéntrate en lo que te ha aportado y convierte eso en una  fortaleza. Solo así no te avergonzarás.

Afirmo

Amo, acepto  y me enorgullezco de cada herida que llevo, las vivibles, las ocultas y las del corazón, cada una de ellas representan quien soy, me enseñaron que mis defectos también pueden ser una virtud y no tengo ninguna intención de esconderlas, porque sería borrar algún capítulo de mi vida y hoy sé, que todos, a pesar de las circunstancias son importantes y parte esencial de quien soy.

Hay poder en cada lesión,  cada una de ellas tiene un aprendizaje que podemos compartir con otros como enseñanza o simplemente para darles una esperanza.

Con el favor de Dios, nos leemos la próxima semana.

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