Hace casi una semana me doble el tobillo izquierdo, de la forma más absurda y poco imaginable. Me pasó en un día de campo. Minutos antes había posteado en las redes sociales lo feliz que estaba y lo mucho que disfruto esas actividades. ¡Eso no detuvo mi fiesta! Tampoco le amargué el día a nadie. Continué normal hasta que el dolor me hizo cojear, entonces les prestamos atención y terminé en la sala de emergencia de una clínica. Ya ustedes saben, el protocolo y las medias de precaución que imperan. Resultado: El pie fue inmovilizado, primero tres días sin moverme, cosa que no aguanté por dolor, me vio el especialista y gracias a Dios es leve. Comienzo mi crónica con esta experiencia porque cómo periodista tenía mi agenda, mis compromisos y había estudiado mis temas, ahora todo es elecciones, políticas y encuestas… Estamos en la recta final hacia las elecciones extraordinarias presidenciales y congresuales, entonces ese es el tema por obligación a debatir, porqué ya nos olvidamos de la Covid-19, y nos centramos en lo que está en el tapete… Pero yo, me quedé cómo: “Perico en la estaca…”
Parar…
En otra etapa de mi vida el lamento, la queja y el pique hubiesen sido mis reacciones y todos se hubiesen enterado. Sin embargo, he aprendido que cada cosa nos trae otra o nos conduce a donde deberíamos estar en ese momento. Nada ocurre sin razón, lo que debemos es estar alerta para entender cuando el cuerpo habla, cuando no queremos obedecer lo que sentimos y cuando debemos hacer un “stop”. Aplica en todos los ámbitos de nuestra vida. En lo laboral, en lo familiar y en nuestras relaciones de pareja. Nadie quiere parar. Hay quienes quieren, lo necesitan y los saben, pero el miedo a los resultados no los deja actuar. Y nos envolvemos en que siempre hay una meta donde llegar y algo que cumplir. Hasta que no aprendamos a oírnos a nosotros mismos, estaremos poniendo por delante las necesidades de otros y viviendo la vida que otros quieren que vivamos. ¡Para, piensa y autoanalízate!
A donde apuntes
Es difícil ir por la vida preparado para todo. Nadie de la noche a la mañana supera una traición. Tampoco de ahora para ahorita sigue adelante después de la pérdida de un ser querido. Nadie demuestra estar listo para una ruptura siempre que venga del otro. Lo que nos sucede es tan influyente como nosotros creamos que lo es o lo dejemos que sea. Muchos vivimos idealizando cosas que nunca pasan, viendo historias que sólo viven en nuestras mentes, arreglando entuertos que no tienen arreglos, de eso hacen su mundo y por eso decretan lo que les pasa. Si usted creen en brujería, vivirá bajo el hechizo de alguien, si cree que nació para fracasar irá por la vida de fracaso en fracaso. ¡A donde apuntes, será a donde llegues!
Actitud positiva
Existen personas que ante cualquier adversidad del destino sacan sus garras y muestran sus fuerzas. No es que no tengan problemas o que no sepan llorar o que no conozcan la tristeza, es simplemente cuestión de actitud mental positiva para enfrentar la vida. Este tipo de gente va al frente, sin pedir permiso, crean sus espacios, no esperan a que todo le llegue, salen y lo buscan. La actitud positiva es alegría, satisfacción, viste de gala el alma y acompaña al éxito. Es una decisión que tenemos que tomar a diario para saber enfrentar lo que trae cada día. La mala actitud no nos lleva ningún camino, no nos permite aprender de las situaciones difíciles, ni encontrarle lo bueno a lo que nos toque vivir. Para esto, tengo esta afirmación: “Todo lo que Dios hace es bueno… Todo lo que Dios permite es necesario. ¡Encuentra lo bueno!
Con el favor de Dios, nos leemos la próxima semana.
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