
Luxemburgo es el primer país de mundo que aplica el uso de transporte público gratuito, una de las principales apuestas del actual gobierno luxemburgués.
Esta medida tiene un coste de 41 millones de euros según las estimaciones oficiales sobre los billetes que se dejarán de vender para autobuses, trenes o tranvías del país.
Las expendedoras de billetes han sido ya retiradas, aunque sigue siendo importante llevar una documentación que identifique a los usuarios, han advertido las autoridades.
La única excepción contemplada a esta gratuidad es el tren de primera clase y también los viajes al extranjero, aunque los luxemburgueses que trabajen fuera del país se beneficiarán de tarifas reducidas en los trayectos más frecuentes como las líneas de tren Nancy-Metz-Luxemburgo, Arlon-Luxemburgo o Tréveris-Luxemburgo.
Las autoridades han subrayado que esta medida permitirá además al personal concentrarse en tareas como la seguridad o prestar información adecuada a los usuarios.