El Centro para el Control de Envenenamientos de Nueva York cuenta con muchas llamadas por daños, luego de que el presidente estadounidense, Donald Trump, aconsejará ingerir o inyectarse detergentes para curar el Covid-19.
De acuerdo a algunos reportes de prensa, el día que Trump hizo la sugerencia el centro recibió 21 informes sobre el contacto con lejía y 11 para otros desinfectantes, lo que contrasta con el total de seis llamadas para esa fecha el año pasado.
Hace una semana, Trump, en una de las sesiones informativas en la Casa Blanca, dio su absurda recomendación causando innumerables críticas no solo de los expertos, sino también incontables bromas y memes en las redes sociales.
A pesar de que una de las funcionarias de su gobierno trató de salvarlo del ridículo al señalar que los comentarios del mandatario los sacaron fuera de contexto, en Maryland cientos de llamadas inundaron una línea telefónica de asistencia de salud con preguntas.
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La Agencia de Manejo de Emergencias de ese estado tuvo que emitir una alerta de que ‘bajo ninguna circunstancia’ se debe tomar desinfectantes para tratar el coronavirus; mientras, en Washington, los funcionarios instaron a la población a no consumir cápsulas de detergente para la ropa.
«Inyectar lejía o alcohol de frotar altamente concentrado ‘causa un daño masivo a los órganos y las células sanguíneas del cuerpo básicamente se revientan», dijo en una entrevista la doctora Diane Calello, directora médica del Sistema de Información y Educación sobre Envenenamiento de Nueva Jersey.
Un informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, arroja que los casos de exposición a lejía y desinfectantes aumentaron un 20 por ciento de enero a marzo de 2020 en comparación con similar período del pasado año.
A esta ola de polémica, Trump solo respondió a modo de defensa que se trataba apenas de «de una broma» sarcástica, Sin embargo, no es la primera vez que el presidente sugiere irracionales tratamientos contra la pandemia.
Aún es motivo de críticas su recomendación de utilizar la combinación de un fármaco contra la malaria para tratar la grave enfermedad respiratoria, que deja ya más de 56 mil muertos y una cifra que rebasa el millón de contagios en Estados Unidos.
